Como
consecuencia de los cambios que se practican tanto en las costumbres
alimentarías como en los hábitos de la estación veraniega, es la estación
más propicia para que se desarrollen problemas digestivos: diarreas
o estreñimiento, entre otros.
LAS
DIARREAS, son, sin duda, el trastorno más frecuente en las zonas turísticas.
Su incidencia en nuestras latitudes es muy alta, pero aún así, popularmente
se suele asociar a viajes con destino exóticos, países del Tercer
Mundo, zonas tropicales con condiciones sanitarias precarias, etc.
En cuanto aparecen los primeros síntomas y, sea cual sea el tipo y/u
origen de la diarrea, la medida más importante a tomar es evitar la
deshidratación mediante la ingesta de líquidos ricos en glucosa y
sales minerales. Existen preparados específicos comercializados para
la deshidratación oral: la OMS recomienda la ingestión de una solución
salina glucosada compuesta por ( para un litro de agua) 20 g de glucosa
o 50.80 g de polvo de arroz, 3.5 g de cloruro sódico, 1,5 g de cloruro
potásico y 2,5 g de bicarbonato sódico o 2,9 g de citrato trisódico.
En el mercado suele encontrarse la mezcla de polvos, siendo únicamente
necesario para su uso disolver éstos en agua, de la cual, obviamente,
hay que garantizar su potabilidad. Pueden ingerirse también zumos,
soluciones acuosas azucaradas y agua, debiendo evitarse la ingestión
de leche, derivados lácteos y bebidas con cafeína.
Por
regla general, si el estado diarreico no se acompaña de fiebre ni
de sangre en las heces, se puede presuponer que se trata del trastorno
digestivo conocido como la diarrea del viajero. Este síndrome, aunque
molesto, tiene un carácter benigno y remite espontáneamente a los
pocos días. Practicar una adecuada rehidratación, e incluso la toma
de antidiarreico astringentes, tipo codeína, o inhibidores de la motilidad
intestinal, tipo loperamida, tienen que ser medidas suficientes para
su remisión. A no ser que se produzca ninguna complicación o que el
estado del paciente así lo aconseje, no se recomienda la administración
de antidiarreicos antiinfecciosos. Hay que prestar especial atención
a ancianos, niños y pacientes que, además, padezcan alguna enfermedad
importante, ya que en estos casos la diarrea puede convertirse en
una enfermedad grave con serias complicaciones. Su aparición suele
asociarse a la ingestión de alimentos y agua poco habituales en nuestra
alimentación cotidiana, por lo que la flora intestinal se puede descompensar.
Si
en las disposiciones diarreicas aparecen sangre, moco y se acompaña
de fiebre, vómitos o calambres intestinales, tendremos que pensar
en una etiología bacteriana (amebiana o parasitaria si nos encontramos
en países tropicales). E. Coli es el agente causal más frecuente,
seguido de Shigella y Salmonella. En estos casos, además de la rehidratación,
deberá aplicarse un tratamiento quimioterápico (neomicina, tetraciclina,
ampilicilina, amoxicilina, eritromicina, trimeroprim/sulfametoxazol,
ciprofloxacina o doxicilina). Si el origen es parasitario o amebiano,
el tratamiento se deberá efectuar con metronidazol o tinidazol. En
estos casos está totalmente desaconsejado la toma de antidiarreico
de tipo astringente. Como medida preventiva se controlará el agua
y los alimentos a ingerir, evitando la ingestión de alimentos crudos
(frutas y verduras) poco cocinados, comidas de origen dudoso o procedentes
de venta ambulante, productos no refrigerados (dulces) agua no embotellada,
cubitos de hielo, etc.
Por
último, si se produce esta alteración digestiva en zonas endémicas
de paludismo o cólera, se deberá evaluar con sumo cuidado la posibilidad
de un contagio, ya que la gravedad de ambas enfermedades podrían hacer
peligrar la vida del paciente. El paludismo se caracteriza por fiebre
alta, escalofríos y diarreas persistentes, aunque no sanguinolentas.
El cólera provoca heces en forma de agua de arroz. Ante cualquier
situación de peligro o duda, debe consultarse de forma lo más inmediata
posible con un médico para descartar la posibilidad o instaurar el
tratamiento adecuado en caso de que el diagnóstico haya dado un resultado
positivo.
Ente un 10 y 60% de las personas que viajan a paises en vías
de desarrollo experimenta diarrea, cuyo agente causante se identifica
en un 50-75 % de los casos. Los más frecuentes son:
- Escherichia
coli
- Especies
de Campylobacter
- Especies
de Shigella
- Especies
de Salmonella
Las
infecciones virales son menos frecuentes y las bacterémicas
son muy raras.
La
duración normal de los síntomas suele ser de unos cuatro
días y las complicaciones más frecuentes son la artritis
reactiva o síndrome de Guillian-Barré asociado a infecciones
por Campylobacter jejuni.
Aunque
normalmente se utilizan fluorquinolonas para el tratamiento
de las diarreas, su resistencia se está incrementando entre
los agentes causantes de diarrea del viajero, especialmente Campylobacter
jejuni, además de no estar aprobada su utilización
en mujeres embarazadas o niños.
La
azitromicina podría ser una buena alternativa, aún
sin estar específicamente indicada para el tratamiento de la
diarrea.
Recomendaciones
1.
No ingerir alimentos no cocinados, bebidas no embotelladas o productos
de uso diario no pasteurizados. No consumir alimentos de venta ambulante.
2.
Utilizar agua embotellada
para el consumo o higiene dental.
3.
No consumir cubitos
de hielo de origen desconocido.
4.
Realizar exaustiva limpieza de manos frecuentemente, especialmente
antes de las comidas.