La
apoplejía consiste en la disminución de las funciones cerebrales debida
a una alteración del riego sanguíneo en el cerebro. Puede tratarse de
la obstrucción de una arteria cerebral, de una hemorragia o de una disminución
temporal del flujo sanguíneo.
Cuando
la sangre no circula con normalidad, a las células del cerebro les
falta oxígeno, lo que impide que desempeñen correctamente sus funciones.
Si la interrupción del riego sanguíneo en el cerebro se produce
durante un breve período de tiempo, la recuperación es posible.
Sin embargo,
si ésta se prolonga, las consecuencias pueden ser graves.
Algunas apoplejías se producen de forma repentina y no van precedidas
de ningún síntoma particular. |
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En otros casos, en
cambio, se observan algunos síntomas pasajeros.
Los
síntomas de la apoplejía pueden variar en función de la arteria afectada.
Los trastornos motores y sensitivos pueden afectar al rostro, a los miembros
o a toda una mitad del cuerpo (hemiplejia).
Normalmente,
el sentido más dañado es la vista.
También
pueden producirse trastornos en la capacidad del habla, de la memoria
y del comportamiento.
Las
Causas de la Apoplejía
La
causa más común es la arteriosclerosis, una patología directamente relacionada
con factores como el tabaco, una alimentación demasiado rica en grasas,
la diabetes, un nivel elevado de lípidos en la sangre, la obesidad, la
edad avanzada y las enfermedades cardíacas.
Sin
embargo, el factor determinante es la hipertensión arterial no controlada
por fármacos.
En
personas jóvenes, las causas más frecuentes son la rotura de un aneurisma,
una malformación en la pared de una arteria o un traumatismo craneal.