Tratamiento
de la Gripe
El
tratamiento más efectivo contra la gripe es la vacunación.
La
época recomendada para la vacunación incluye los meses de
septiembre y octubre. De esta manera, una vez administrada la vacuna,
la protección eficaz comienza entre 7 y 10 días después
y dura hasta 6 meses, lo que hace necesaria la vacunación anual.
La eficacia de la vacuna de virus inactivados oscila entre el 70 y el
90% en personas sanas y puede ser algo inferior en ancianos.
Los
tratamientos farmacológicos antigripales específicos son:
Amantadina
y Rimantadina
Actúan
sólo contra el virus de la Influenza Tipo A, por medio del bloqueo
de la proteína M2, que es necesaria en el proceso de decapsulación
del virus una vez que éste ha entrado en la célula. Actualmente
solo se utilizan en la profilaxis de sujetos de riesgo no vacunados, en
inmunodeprimidos, personal sanitario y en aquellos en los que la vacuna
está contraindicada.
Inhibidores
de la Neuraminidasa: Zanamivir y Oseltamivir
Estos dos fármacos actúan inhibiendo selectivamente la neuraminidasa
vírica por medio de su unión al sitio donde se aloja normalmente
el ácido siálico, evitando la salida de los virus recién
formados en la célula infectada y evita así su diseminación
por el organismo.
Raramente
aparecen resistencias debido a la constancia de esta zona.
La
eficacia de estos tratamientos depende de cuándo se administran,
de tal forma que sólo son útiles si se administran en las
48 primeras horas tras el inicio de los síntomas, siendo más
eficaz en pacientes con fiebre.
La
reducción global de la duración de los síntomas oscila
entre las 24-36 horas.
Son
eficaces en la prevención de la gripe A y B, alcanzando a cifras
de protección similares o ligeramente inferiores a las de la vacuna.