La
Rosácea es una Dermatosis Crónica Benigna , que se caracteriza
por una tendencia exagerada al enrojecimiento (flushing) y por
la afectación persistente de la zona centrofacial por lesiones eritematosas
y telangiectásicas con episodios de pápulas, pústulas y edema. Puede evolucionar
hacia una hiperplasia glandular sebácea, constituyendo las denominadas
fimas (la más frecuente: rinofima).
Es un trastorno embarazoso en el que la sensación de incomodidad empeora
los síntomas y contribuye a un malestar permanente.
Epidemiología
Se
trata de una afección más frecuente entre las personas caucásicas de piel
clara, y sobre todo en las regiones septentrionales de Europa, donde la
prevalencia alcanza al 10% de la población. Se inicia generalmente entre
los 30 y 50 años, en ambos sexos, aunque predomina en mujeres perimenopáusicas.
Motiva
del 0,5 al 3% de todas las consultas dermatológicas según los centros,
principalmente por el disconfort estético
que supone para la persona y por la falsa asociación
del aspecto característico del paciente afectado de rosácea con el del
alcoholismo crónico.
Etiología
Su
etiología es completamente desconocida. La posible infección bacteriana,
la asociación con trastornos gastrointestinales (infección por Heliobacter
pilori) y la hipersensibilidad y colonización por el ácaro
Demodex folliculorum, que se habían
supuesto como posibles factores etiopatogénicos, no han podido ser hasta
la fecha confirmados.
En
la actualidad, se piensa más en una etiopatogenia vascular y específicamente
en una labilidad vasomotora. Las personas con rosácea están genéticamente
predispuestos al flushing y la anomalía básica parece
estar en un trastorno de la microcirculación de las venas angulares de
la cara.
Numerosos
mediadores como la histarnina, las prostagiandinas, la serotonina y la
sustancia P actúan en estos vasos sanguíneos y los dilatan.
La
rosácea se asocia con migrañas de
forma estadísticamente significativa.
Diagnóstico
Diferencial
Debe
llegarse a la diferenciación de la rosácea desde el punto de vista diagnóstico
del acné, la dermatitis seborreica, la dermatitis perioral, el acné corticoideo,
el lupus eritematoso, la sarcoidosis y la dermatitis por pantallas (televisores,
ordenadores), etc.
Es
frecuente que la rosácea coexista o suceda al acné y también que coexista
con la dermatitis seborreica, lo que ha llevado a erróneas denominaciones
como «acné rosácea» o «rosácea seborreica», como si de una sola entidad
se tratara.
Pronóstico
La
mayoría de las personas no pasa por todas las fases, sino que presenta
sólo algunos de los síntomas, que son además menos numerosos, severos
y precisos conforme se alejan del cenit de la enfermedad.